jueves, 22 de diciembre de 2011

Isaías, profeta de la esperanza

Recorrer el libro de Isaías en el Antiguo Testamento, o tal vez abrirlo al azar CUANDO NO NOS SENTIMOS BIEN, es garantía de encuentro con una palabra muy vibrante capaz de mover nuestra alma del letargo, sacudiendo la tristeza, la enfermante angustia o la desesperanza.
Es que tal vibración suscita cada palabra del Profeta que dejó oir su voz  esperanzada en un tiempo lejanamente  conflictivo que difícilmente podamos sustraernos a vivenciar una energía muy poderosa que nos impulse a sentir y mirar la coyuntura de vida dolorosa  que estemos transitando con otro sentir, más lleno de paz y de seguridad plena en la promesa vital de Dios, nuestra FELICIDAD!!!


Lectura del libro de Isaías 40,25-31
«¿A quién podéis compararme, que me asemeje?», dice el Santo.
Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿Quién creó aquello?
El que cuenta y despliega su ejército y a cada uno lo llama por su nombre; tan grande es su poder, tan robusta su fuerza, que no falta ninguno.
Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel:
«Mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa»?
¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno y creó los confines del orbe.
No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia.
Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas corno las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse.Palabra de Dios.

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